Música (X parte 4)
La música rebelde o revolucionaria tiene una historia mucho más antigua que la que los modernos jóvenes de hoy o los caducos hippies de ayer puedan imaginar. Créase o no, muchas óperas giran en torno a temas revolucionarios. En el s. XVIII, en la década de los 30, la posesión de un instrumento musical en Inglaterra estaba prohibida para los estamentos sociales más bajos, ya que los músicos errantes eran verdaderos agitadores del descontento social.
Muchos anarquistas eligen la música como medio de comunicación con la gente. Es una forma de actividad útil para los anarquistas, y además es divertida. Por desgracia, mucha de la actual música anarquista, ni es anarquista ni es música, pero hay alguna buena, y alguna incluso muy buena. Cuestión de gustos.
La música tiene la fuerza de apelar a las emociones directamente. Es posible comunicarse de una forma más básica. También se puede utilizar para hipnotizar y manipular a la gente, cosa que espero que evitemos hacer.
Por tanto, lo que necesitamos hacer es que la música llegue a la gente, animarles a intentarlo y a sacar a relucir su creatividad. Las posibilidades de la grabación casera son muy interesantes.
Necesitamos crear una música alternativa que desafíe a la industria musical Que aúllen cuando se enteren de que sus cintas se están grabando ilegalmente. Les hemos puesto las cosas fáciles demasiado tiempo.
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El arte
Los cuadros expuestos en las pinacotecas han sido descritos como arte de museo; eso quiere decir que son objetos para ser admirados, comprados y vendidos. Separan el arte de la vida y de la gente. El arte como un artículo en venta es lo mejor que este sistema puede ofrecer. El arte como actividad no podría ni entenderse ni permitirse.
Hay una necesidad imperiosa de que la gente corriente libere sus capacidades creativas. Al menos esto se puede intentar poner en práctica cuando hablamos con la gente. Se pueden encontrar formas de trabajar para el movimiento y divertirse al mismo tiempo. A través de la creatividad podemos llegar a partes ocultas de la gente que otras ideas no alcanzarían.
Difundir la idea, es decir, hacer "propaganda", ha de ser uno de los objetivos primordiales de la estrategia anarquista. Por encima de todo, una revolución anarquista requiere que la gente sepa lo que hace y porqué lo hace. Nadie puede ser obligado a ser libre: o se elige y se toma, o no es verdadera libertad. Nuestra labor es más dura que la de los testigos de Jehová que van de puerta en puerta. No basta con que digamos a la gente lo que tiene que pensar: o piensan por sí mismos, o no son verdaderos anarquistas.
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